El eterno Bajón de Oro de Cristiano Ronaldo

Los números y el rendimiento del futbolista portugués siempre disminuyen significativamente después de ser elegido como el mejor del mundo.

«No hay mal que por bien no venga», dice un famoso refrán que parece aplicarse de manera invertida en la vida de Cristiano Ronaldo, a quien después de lo bueno le toca vivir lo malo. Al menos así se puede entender algo de lo que le pasa por estos días al delantero luso, casi un mes después de haber recibido el tercer Balón de Oro de su carrera.

Desde que el Real Madrid viajó a Marruecos para jugar el Mundial de Clubes, el portugués está distinto. Sus números se han resentido, su juego es muy poco influyente en el equipo y se le nota mermado físicamente. Su explosivo e histórico arranque de temporada sirvió para arañar los últimos votos del Balón de Oro. Pero ahora se le nota desinflado, como si estuviera acusando ese esfuerzo.

Ese efecto no es nuevo. Cristiano siempre ha sufrido bajones en su rendimiento después de recibir el Balón de Oro. Sea por relajación, por pérdida momentanea de tensión o por problemas físicos, cada vez que el portugués ha recibido el dorado galardón sus números han dado un bajón. Esta vez esa sensación se ha acrecentado tras su actuación en Córdoba, donde perdió los papeles y terminó expulsado.

Bajón de Oro de Cristiano Ronaldo

Este bajón que atraviesa ya lo vivió la temporada pasada y en la campaña 2008-09, aún en el Manchester United. En aquel año, tras ser anunciado en diciembre como ganador de su primer galardón, sufrió un bajón que le dejó en un gol en los diez siguientes partidos. Su media goleadora pasó de los 0,53 goles por partido que anotaba antes de ganar el Balón de Oro a un paupérrimo promedio de 0,17 tantos por encuentro en el mes siguiente al anuncio, realizado el 2 de diciembre de 2008.

Tampoco se libró la temporada pasada Cristiano Ronaldo de la maldición post Balón de Oro. Llegó al 13 de enero, día de la gala en Zúrich, promediando 1,21 goles por partido. Una barbaridad que le sirvió de arreón final, junto a su actuación con Portugal en aquella repesca ante Suecia, para amarrar su segundo trofeo. Pero tras la gala llegó el bajón. Cinco goles en el mes siguiente a sus lágrimas en la recogida del trofeo en ocho partidos jugados. Su media bajó a los 0,63 goles por partido.

Este curso tampoco se ha salvado, aunque tiene tiempo de enmendarse y cerrar su mes post Balón de Oro ante el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón y contra el Deportivo en el Santiago Bernabéu, justo cuando se cumplirá un mes de su más reciente triunfo en Zúrich.

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