Después de 17 años sin saborear la gloria internacional, la última vez que lo había hecho fue en la Supercopa de 1997, el conjunto argentino se alzó con el anhelado trofeo.
En un mítico Monumental a reventar y adornado por la pasión de las 62.000 personas presentes en las gradas, River Plate derrotó con autoridad (2-0) a Atlético Nacional y se proclamó campeón de la Copa Sudamericana 2014. El partido de ida había terminado (1-1) por eso el título fue claramente para los gauchos.
La igualdad a ceros se extendió hasta el final de un emotivo primer tiempo protagonizado evidentemente por los dos mejores equipos del campeonato. Las ocasiones de gol fueron tantas como las emociones y las expectativas creadas por los aficionados en la previa al juego. Los locales tuvieron muchas más oportunidades de ponerse en ventaja, sin embargo el cuadro paisa aunque tuvo más pocas no fueron menos peligrosas.
Al final de la primera parte el reconocimiento especial se lo merecieron los porteros Franco Armani y Marcelo Barovero, quienes con sus determinantes atajadas fueron los principales responsables de que se mantuviera la igualdad. El camino a los camerinos parecía el camino ideal para que estos dos conjuntos se tomaran un segundo aire y salieran renovados a darlo todo en el complemento.
Efectivamente, en el episodio complementario la actitud fue otra y eso le permitió a Gabriel Mercado (minuto 55), poner en ventaja a los argentinos. Pisculichi mandó un exquisito centro desde la esquina izquierda y en el centro del área se impuso el central de River. Nada pudo hacer Armani pese a su estirada y su intención de evitar la caída de su arco.
La anotación cayó como un baldado de agua fría para los colombianos que rápidamente vieron como Germán Pezzella (minuto 60), amplió las diferencias en favor de River Plate. La misma formula y el mismo resultado de la primera anotación. Impecable asistencia de Pisculichi desde el corner e imponente cabezazo del zaguero gaucho que la clavó en el ángulo. Bastante enojado terminó el portero verdolaga por la pasividad aérea de sus defensores.