Ilombe Mboyo, el personaje de la semana

Se enfrentó a la policía, pasó la noche en el calabozo, se despertó, llegó minutos antes al partido e… ¡Hizo un doblete!

Esta semana que estuvo llena de mucho y buen fútbol, cargada de fútbol acción por el mundo y de cuartos de final en la Champions League y la Europa League, dos de las competiciones de clubes más importantes en Europa y el mundo entero. De todo se habló a lo largo de la semana, pero ha llegado el momento de hacer un balance y repasar las curiosidades que dejó la actividad en estos días.

Es por eso que en esta ocasión les voy a hablar de Ilombe Mboyo, hasta ahora desconocido jugador belga, a quien he escogido como el personaje de esta semana futbolera. Mboyo milita en el KAA Gent, equipo de la segunda división de su país, donde todavía no dan crédito a la particular historia que vivió en su último compromiso.

Mboyo, reinsertado tras una condena de siete años por violación, anotó un doblete en el triunfo contra el Mons tras pasar una de las noches más locas de su vida, con final en el calabozo.

Todo empezó cuando el futbolista abandonó Gante la noche del viernes para salir con unos amigos por Matonge, el barrio africano de Bruselas, a 45 minutos en coche de su ciudad. Poco le importó que al día siguiente, a las 18:00, su equipo jugase el primer partido de la segunda fase de la Jupiler League contra el Mons.

Todo transcurría con normalidad para ‘Petit Pelé’ -como se le conoce en Bélgica- hasta que un grupo de policías hizo acto de presencia para llevar a cabo un control de documentación. Mboyo, que se había dejado su carné de identidad en casa, comenzó a ponerse nervioso, receloso de revelar su nombre. Allí, comenzó una disputa verbal que, añadida al olvido de la tarjeta, terminó con el futbolista en el calabozo.

Tras el calabozo, el doblete

Mboyo no se inmutó en su noche entre rejas. Allí, como si de un hotel se tratase, permaneció hasta pocas horas antes del partido. El delantero puso rumbó a Gante y llegó al Jules Ottenstadion como uno más, como si nada hubiese pasado. Antes del descanso, el excéntrico capitán del equipo ya llevaba dos goles, uno de ellos de penalti. Su rival, el cuadro del mítico Enzo Scifo, sufrió la ira del genio local.

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